sábado, 6 de diciembre de 2008

EL LIBRO DE LA VIDA


EL LIBRO DE LA VIDA
Por Sixto Paz


“Todo cuando hemos vivido,
todo cuanto hemos soñado,
cuanto hemos amado y sufrido
y todo lo por venir, se encuentra
en el Libro de la Vida. Allí se devela
que todo ello era para nuestro aprendizaje y crecimiento”.

Este ejercicio consiste en visualizar a la altura del entrecejo un túnel mental, luego de las respiraciones lentas y profundas, y de la relajación previa, siempre imprescindible. De tal manera que al final del mismo nos imaginamos que nos encontramos en una habitación amplia e iluminada. Y delante nuestro, nos ubicamos frente a una puerta. Vamos a abrir dicha puerta, vamos a ingresar a través de ella, encontrándonos con una escalera que desciende hacia una suerte de sótano en penumbras. En el pasamos de la escalera nos encontramos con unos fósforos (cerillos), y unas velas. Las encendemos, iluminándonos con ellas, mientras vamos avanzando hasta encontrarnos con una biblioteca llena de anaqueles con libros.

Los textos y volúmenes son de todo tamaño, color, y forma. Los hay en colección, esto es por tomos. Y los hay muchos individuales.

En uno de los estantes distinguimos un libro que esta a medio colocar. Lo tomamos entre nuestras manos y nos fijamos el color de la carátula, su grosor, el título del libro, y hasta el nombre del autor.

A continuación, lo abrimos, fijándonos la dedicatoria del libro, y en el índice, la cantidad de capítulos y el número de páginas. Al leer los nombres de los capítulos del libro buscamos aquel que nos llama más la atención, fijándonos el número de página que corresponde. Indagamos en el libro el capítulo y vamos leyendo su contenido . De pronto hasta nos encontramos una ilustración en esa página.

Después de un rato, dejamos el libro en el estante, en el mismo lugar donde lo encontramos y en la misma posición.

Damos una última mirada a la biblioteca, y nos vamos retirando. Apagamos las velas y las dejamos junto con los fósforos en el pasamanos de la escalera. Vamos subiendo, cruzamos la puerta y volviendo a la habitación amplia e iluminada, desde donde nos regresamos.

Al término de tres abriremos lentamente nuestros ojos, nos encontraremos perfectamente descansados, libres de toda tensión, en perfecta paz y armonía. Tomamos tres respiraciones lentas y profundas…Vamos volviendo todos…

El Simbolismo del ejercicio:

Hay momentos en la vida que se nos presenta la oportunidad de profundizar, de sumergirnos en nuestro interior. Eso es lo que significa el abrir la puerta y bajar las escaleras hacia una habitación en penumbras, que esconde la aventura de nuestras existencias pasadas. Las velas y los cerillos, representan la fe con la que nos arriesgamos a conocer y a conocernos en profundidad.

La biblioteca posee una cierta cantidad de volúmenes, cada uno de los cuales o por grupos, representan nuestras vidas anteriores, algunas largas, y otras muy breves pero no por ello, menos intensas.

El libro que aparece desacomodado o fuera de su lugar, simboliza la presente existencia, por ello es importante fijarnos en el color de la carátula del mismo. La idea es conocer el color de nuestra vida, o sobre qué color esta girando o hacia donde se debe orientar nuestra existencia. También interesa el título del libro, asi como la dedicatoria, porque es ella la que nos señala lo que nos inspira o quien nos inspira.

En el índice encontramos el número de capítulos y de páginas del libro. Como los números son claves simbólicas, los capítulos son los momentos claves de nuestra existencia, momentos que nos han marcado. Mientras que el número de las páginas es la intensidad con la que hemos vivido cada momento. Allí tenemos nuevas pautas para entender o definir la presente existencia.
También es importante ver qué número de capítulo nos llama la atención, a qué página del libro le corresponde y cómo lo hemos titulado, ya que ello define el momento actual que estamos viviendo.

Finalmente dejamos el libro en su lugar, porque la vida continúa, es un proceso dinámico y en cualquier momento podemos volver para profundizar aún más. Apagamos las velas, porque ellas nos permitieron ver lo que necesitábamos cuando lo necesitábamos, y volvemos al momento presente.


VER CLAVES DE INTERPRETACION

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